“Sí se pudo, sí se pudo, sí se pudo” gritaron fuertemente los 700 metaleros, porque ni las fallas técnicas que hubo al comienzo del show, mermarían la avidez por metalear junto con una de las bandas de metal mexicano mejor consagradas de la escena. Hubo metal mexicano en el Plaza Condesa, señores… y en español, por cierto.
Momentos después, el público seguiría siendo víctima de un sonido impecable, y es que para muchos no había manera de controlar las emociones que provocaba la nitidez y potencia de los riffs, solos de guitarra, baterías acompañadas por elaboradas líneas de bajo de la siguiente rola, “Víctima”.
A lo largo del concierto se vivieron diversos ambientes, pero por lo pronto era momento de seguir con algo igual de pesado que lo anterior y “Refugio Vital” hizo sentir a quienes gozan de este género, identificados, arropados por la densidad y oscuridad de una escena que necesita más bandas que canten en español.
Lo sucedido con “Dunas de Mar” es algo que se ve pocas veces en un concierto de metal mexicano; se llevó a cabo un ritual en el que el Sitar, acompañado de una mítica cantante amenizaron a la perfección la naturaleza de esta canción que se desprende del disco Zona de Silencio.
Sin retroceder un solo metro sonaron los arreglos orquestales de “No Hay Paso Atrás” seguido de uno de los momentos más épicos de la noche en el que algunos de los fans que asistieron aquella noche se subieron a compartir escenario con los ágoros en “1000 futuros”. Con cosas como estas es que se podría empezar a forjar una escena más prometedoras en el metal mexicano.
“Oscuridad” y la progresiva “Días de Sombra” serían los últimos cortes que se desprenderían del disco “Regresa al Vértigo”, aún así, no habría razón por la cual sentirse triste, es cierto, no habría más de tan excelente disco, pero con “Segundo Pasado” y “Renacer” nos dimos cuenta de que cada canción de esta banda estará siempre vigente entre los fans por el sentido de identidad que brinda su significado.
FOTOS: OCESA