Hace 26 años, Jane’s Addiction sacó un disco llamado Nothings Shocking, lo que podríamos traducir si las clases de inglés no fallan como Nada Sorprendente y de aquí se podían escuchar bellas melodías de la inspiración de Perry Farrell como “Had A Dad”, “Idiots Rule”, “Jane Says” o “Mountain Song” donde la banda de golpe marcó su estilo del entonces rock alternativo, con riffs bastante viajados por parte de Dave Navarro, quien se convertiría en un auténtico rockstar de los años noventa.
Si bien casi siempre se celebran los discos con cinco años de intervalos, Jane’s Addiction se retrasó un poco y lo hizo aquí en pleno 2016 en el festival Lollapalooza en la Ciudad de los Vientos, Chicago.
Miles de personas reunidas de diferentes edades y eso se notaba de inmediato, con la generación de treintañeros alzando el puño y cuernos al aire después de cada tema y cantando y brincando cuando debe y los más jóvenes, viendo atentos a la banda pero principalmente, esperando a los dos siguientes en el escenario, Two Door Cinema y Red Hot Chili Peppers, al final todos quedaron contagiados para el lado del bien, el lado del rock.
“Stop!”, “No One’s Leaving” y “Ain’t No Right” arrancaban con fuerza, esos riffs poderosos y la ecléctica voz del hombre del sombrero, quien tenía su monitor y consola de voz siempre. De inicio sabes que ves una banda noventera, imagen y movimientos de Navarro, Chris Chaney en bajo y Stephen Perkins en la batería instalados en esa época, no han cambiado nada; el icono de la guitarra mostrando sus tatuajes como lo hiciera años atrás y para los nostálgicos, eso vale la pena. Mientras tanto Farrell saliendo de cuadro con su traje color salmón que viéramos en The Great Escape Artist.
“Obvious” que empezaría con los varios momentos de psicodelia y en contra parte, “Been Caught Stealing” recuperaba el ánimo con fuegos artificiales ante el viaje sensorial en el que caería el show por un tiempo. Un clásico en el cual todos brincaban, no importando nacionalidad como mostraban algunas banderas y hasta equipo de hockey favorito, como el estandarte en lo alto de un joven que apoya a los Sabores de Buffalo. Sonarían “Three Days”, “Then She Did…” y “Of Course”.
‘Amo la música más que nada en toda mi vida y luego viene una bella mujer y una bella cama’ decía el vocalista para luego interpretar “Classic Girl”, en la cual dos bellas mujeres hacían un sexy performance en el escenario con una silla y cambios de lencería como única utilería. Terminada esta canción, llegó al escenario un nativo de la ciudad y conocido por ser el guitarrista en Rage Against The Machine y Audioslave, Tom Morello quien se rifó junto a ellos, “Mountain Song”.
También tendríamos en su set un muy buen tema con el que regresaron después de mucho tiempo en receso por el año 2003 con el álbum Strays, “Just Because”. Luego sería el tiempo de ver cómo a otras dos bellas féminas les colocaban un arnés de la espalda, en la piel para ser alzadas y volar sobre la gente mientras giraban a placer, un placer sodomasoquista donde incluso Farrell comentaba el no saber por qué no les dolía, esto bajo “Ted, Just Admit It”.
Quedarían sólo cinco minutos en el reloj, todos sabíamos que es lo que vendría pero no que en el escenario fuera presentado otro digno representante de esta generación, Jimmy Chamberlin de Smashing Pumpkins en la batería para el gran momento, la canción sello de esta adicción, “Jane Says”.
Todo acabaría, una hora que no se siente suficiente, quedaban muchas canciones fuera de un set que solo incita a prender tu reproductor, sacar tus cidis y recetarte su catálogo por completo, ‘Nos vemos chicago los amo’ las últimas palabras de Perry Farrell quien término bañado en sudor.