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Biggie, I Got A Story To Tell: Un intento de endulzar al rey de NY

No era de a fuerzas sacar algo, señora Wallace.

Mario Valencia

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Biggie I Got A Story To Tell Reseña

En la década de los 90, el rap tomó su trono como el género más popular del momento. Por un lado teníamos a los representantes de la Costa Oeste, aquellos cantantes que salieron de las calles y apoyados en su mayoría por la tutela de Dr. Dre, formaron la escena más grande de Estados Unidos. Al otro extremo del país, estaba la cuna del hip hop en Brooklyn y Queens se hallaba estancada después del arrollador éxito de Run DMC, LL Cool J y Public Enemy. Esto hasta que un jovenzuelo, nada atractivo pero con gran presencia y una vibra inigualable, tomó por sorpresa al mundo entero: Christopher Wallace, mejor conocido como The Notorious B.I.G.

Para conocer sobre sus inicios y ascenso a la gloria, llegó esta semana a Netflix el documental Biggie: I Got A Story To Tell, el único que hasta la fecha ha sido avalado por su madre y antiguo representante… Lo cual ya imaginarán hacia que dirección nos lleva el asunto: un retrato edulcorado sobre una figura en su mayoría nihilista y con reconocidos problemas con la ley. Uno de los peores que ha lanzado la plataforma.

A través de material inédito grabado por el también famoso rapero D-Roc, conocemos la historia de Biggie desde que fue el niño inadaptado cobijado por un maestro de jazz, su ambicioso paso por el mundo del narcomenudeo y su segundo enamoramiento hacia la música que lo llevó a promoverse en todo Nueva York hasta alcanzar el estrellato con su debut de 1993, Ready To Die. Es interesante el recorrido a su juventud pero como veremos más adelante, I Got A Story To Tell se esfuerza por dejar la mayor cantidad de huecos argumentales posibles.

Biggie I Got A Story To Tell Reseña

De igual forma, vemos entrevistas con varios amigos de la infancia, productores, un periodista de la afamada revista The Source y algunos integrantes de la familia. “¿Por qué tendría que terminar en tragedia esta historia?”, se pregunta el mayor arquitecto de la trama: Puff Daddy, productor de Biggie quien pasa toda la película no sólo enalteciendo el trabajo de su pupilo, sino su papel en la historia del rap. Así como Batiz creó el cielo y la tierra, lo mismo con Puffy que no tarda ni dos minutos en tomar un rol de soberbia.

Gran parte de los documentales de Netflix son una simple introducción para los curiosos en cualquier tema. Sin embargo, jamás había visto uno tan incapaz de hilar con coherencia cada suceso en la vida de Biggie por una muy evidente necedad de defender su imagen que lleva a un sinfín de omisiones sobre su vida.

Señora Wallace: no era necesario evitar tantos temas para quedar bien en la era politicamente correcta. El legado musical de su hijo es intachable, es uno de los mejores MCs de la historia y ha superado la prueba del tiempo. Pero cualquiera podría acceder hasta a la maldita biografía de Wikipedia para conocer todos sus antecedentes penales ya durante sus años de fama, sus problemas personales y uno de los hechos más grandes de la industria noventera: la rivalidad entre la costa este y oeste provocadas por las fricciones entre él, Tupac Shakur y el conflicto entre Puff Daddy con Suge Knight.

Es inconcebible realizar un documental acerca de The Notorious B.I.G. limitando el papel de Tupac en su vida a una triste mención diez minutos antes del final. La falta de conflicto abunda todo el tiempo porque se vuelve una gran serie de “peros”. Biggie era un traficante adolescente pero se compuso con mamá Wallace en modo “mijito, tome su manazo, malo, malo”. Biggie tenía una visión sombría de la vida pero se compuso. La madre tuvo cáncer de mama pero jamás supimos como se curó por arte de magia. Falta ahondar en todas las dificultades que atraviesan y esa falta de desarrollo, hace que I Got A Story To Tell no lleve ritmo alguno y se vuelva aburrido verlo. Terminas más interesado por la vida de sus amigos que del propio Rey de Nueva York.

Vaya, incluso si lo que buscaban era solo enaltecer su figura, quedan a medias porque de su Junior M.A.F.I.A., desaprovecharon la importancia del colectivo y figuras importantes que salieron cobijadas bajo su guía como Lil’ Kim y Lil’ Cease. Ni Jay-Z, su alumno, colega de últimos años y que hasta le dedicó gran parte de su debut, Reasonable Doubt, hizo acto de presencia.

Biggie: I Got A Story To Tell es una artimaña manipuladora de la familia Wallace, cegada por su subjetividad del tema. Lo peor es cuando hasta su melodrama barato insertan al final con la abuela del rapero al borde del llanto para recordar su memoria. Ni lo intenten, este es el Bohemian Rhapsody fresa del rap.

Calificación: 4.0

Fotógrafo y reportero desde 2015, programador del Festival Macabro, profesor de Historia del cine en la FES Acatlán y coordinador de materiales en Filmin Latino.

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