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Reseñas Discos

Iron Maiden – Senjutsu

Iron Maiden ha regresado de buena forma, autocomplaciente y de paso abre el terreno para sus nuevos fans, no tanto así para la vieja guardia.

Rogelio Matamoros

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iron maiden senjustsu

Iron Maiden está de vuelta con su disco de estudio número 17 en su larga carrera, el cual se titula Senjustsu, el cual hace referencia al término filosófico oriental que se refiere al manejo y dominio de técnicas y estrategias, en aras del poder y la sabiduría.

Se grabó a principios de 2019 en los estudios Guillaume Tell, durante un descanso de la gira Legacy Of The Beast. Estos estudios no eran ajenos a Steve Harris y sus compañeros, pues en ellos ya habían grabado también The Book Of Souls en 2014 y Brave New World en 2000.

La producción corrió a cargo de Kevin Shirley, quien se ha convertido en el Sensei tecnológico de Iron Maiden, pues ha sido el productor principal de todos los discos de la banda desde el año 2000, mientras que Steve Harris ha corrido con el cargo de co-productor.

Senjutsu se lanzó seis años después de la anterior entrega de la banda, The Book Of Souls (2015). Sin embargo, Iron Maiden siempre ha estado en actividad realizando las giras The Book Of Souls Tour (2016 – 2017), y Legacy Of The Beast Tour (2018 – 2021, aún inconclusa).

Iron Maiden (2021)
Iron Maiden (2021)

El escenario previa a Senjustu:

Iron Maiden es una de las bandas que delinearon, revolucionaron y lideraron la escena heavymetalera durante la década de los ochentas y de ahí hacia el infinito. Pero de acuerdo a la visión de sus fieles más ancestrales, pareciera que a partir de de 1995 (de acuerdo al momento de incursión de Blaze Bayley como relevo de Bruce Dickinson), la carrera de la banda se convirtió en un sube y baja en cuestión creativa y en consecuencia también de popularidad. Sin embargo, cuando en el año 2000 regresaron a sus puestos Dickinson y Adrian Smith (ambos habían abandonado el tren en 1993 y 1989 respectivamente), Iron Maiden actualizó su estatus al de banda de estadio y desde entonces (como suele suceder), también han tenido que pagar una cuota bajo el concepto de concesiones ante la industria musical.

De nueva cuenta, considerando como referencia a sus fieles más ancestrales, Iron Maiden comenzó una nueva etapa en su carrera en la que se encasillaron creando trabajos conceptuales, con canciones muy largas (argumentando filias con el rock progresivo), y haciendo uso de fórmulas novedosas para el ahora sexteto. Sin embargo, estas estructuras musicales ya eran de uso común en la escena metalera que para entonces dominaba buena parte del mundo y especialmente a través de la proliferación de los festivales metaleros en Europa.

Esta transformación llevó a Iron Maiden por dos caminos, el primero fue el de la aceptación por parte de las nuevas generaciones de fanáticos de la banda, otorgándoles pleitesía absoluta. Y el otro fue el del gradual desencanto por parte de los ya mencionados, fieles más ancestrales. Ante estos últimos ‘La bestia’ no estaba haciendo más que repetirse disco tras disco y componiendo a destajo, siguiendo fórmulas con la seguridad que les otorga ser poseedores de fuero metálico.

Pero para bien común fue notorio que desde la grabación de The Final Frontier (a principios de 2010), Iron Maiden retomó la vieja costumbre de satisfacerse a ellos mismos en primera instancia y en esto se reflejó algo relevante: que ya eran unos músicos maduros rondando las seis décadas de edad (algo que ahora ya son en plenitud). No todo fue borrón y cuenta nueva, pues continúan haciendo discos conceptuales y canciones muy largas. Pero ahora suenan con mayor creatividad y de verdad cumplen más con las características del mencionado rock progresivo. Los solos de guitarra parecen estar más emparentados con el blues (el origen de todo en el rock), y en especial el estilo vocal de Bruce Dickinson ha mutado, a uno más rico en melodías; hacia unas que puede cantar sin dificultad, dándole la vuelta a la edad y principalmente al cáncer de garganta que ya padeció y superó.

La escencia:

Así que ante este escenario, Iron Maiden trabajó en secrecía absoluta la creación de Senjutsu, su trabajo de estudio número 17. Una obra extensa de naturaleza oscura y en ocasiones hasta melancólica. Aquí se viene a confirmar que finalmente la banda optó por (en serio), elaborar sus composiciones. Haciendo canciones extensas porque su naturaleza así lo requería y no sólo porque así lo quisieran. Y de igual forma su tan mentada inclinación hacia el rock progresivo, ahora sí ha sido una realidad y no tan sólo una ocurrencia.

Con más de 40 años ininterrumpidos en la carretera del rock, Iron Maiden ha vuelto a entregar un trabajo que tiene con qué cautivar y emocionar a las tres instancias: los propios, los extraños y ellos mismos.

Track by Track

“Senjutsu”: La pieza con la que da inicio esta parábola y que también es la que da título al disco, es una composición cadenciosa, con elementos que rememoran más un escenario árabe o desértico que uno del lejano oriente y está armada como en secuencias cinematográficas, constantemente atemorizantes. Y resulta muy novedoso el doblaje de voces a manera coral, como la primera de varias sorpresas que en ese sentido Bruce Dickinson presenta en este disco. Y aunque pareciera que debido a estos cambios estructurales Nicko McBrain sería el músico más comprometido de la banda, la realidad es que como era de esperarse sus resoluciones son como siempre eficientes.

“Stratego”: Sin conceder más ante los escépticos, Iron Maiden retoma la velocidad con su tradicional y característico galope a bajo y guitarras y de nuevo es notorio el gran manejo vocal por parte de Bruce, quien para ello compuso y adaptó las líneas vocales a sus posibilidades actuales.

“Writing In The Wall”: La pieza épica con la que destaparon esta nueva producción discográfica hace algunas semanas, fue construida líricamente por Dickinson alrededor de un pasaje bíblico y musicalmente se erige con sólidas estructuras guitarrísticas, de auténtica tradición progresiva e incluso rememorando a momentos algunos pasajes de Jethro Tull. Los extraordinarios solos por parte de Adrian Smith (en total vena bluesera), terminan siendo parte elemental de esta canción.

“Lost In A Lost World”: Parte de una introducción relajada con guitarras y bajo acústicos, que acompañan a la voz (de nueva cuenta en trabajo coral con doblaje de voces), dando entrada a un ritmo más acelerado, con Bruce manejando su voz con una tesitura grave que nunca le habíamos escuchado. Y en la parte media recurren a las ya tradicionales armonías “hímnicas” por parte de los guitarristas.

“Days Of Future Past”: Se trata de otra pieza corta y dinámica (no precisamente veloz), con guitarras riffeantes e intercambio de solos.

“The Time Machine”: Es una pieza colosal en vena progresiva (es decir, nada novedosa dentro del universo Maiden), pero con armonías que no se les habían escuchado con la naturalidad de esta ocasión. A media composición cambia de escenario y avanzamos sobre una marcha en el tradicional galope, adornada de forma extraordinaria por parte de Nicko McBrain y sus precisas pinceladas percusivas.

“Darkest Hour”: Sin duda se trata de uno de los temas de mayor impacto en el disco, el cual comienza de manera instrumental y con el sonido del mar inundando de melancolía el panorama. Y que con la entrada de Bruce destapa una formidable balada oscura, en la vena de “Prodigal Son” o “Wasting Love”, en la que de nueva cuenta sobresale el estupendo manejo melódico de Dickinson, mientras que el sonido de las guitarras construye un muro sonoro de imponentes riffs, para concluir espiritualmente con los solos de Adrian Smith y un Dave Murray sublimado.

Iron Maiden en el Palacio de los Deportes
Iron Maiden en el Palacio de los Deportes

“Death Of The Celts”: La intro a bajo y guitarra acústicas preparan el terreno para una pieza épica más de altos vuelos y que como en su nombre lo indica, hará uso de las armonías en plan de himno y los melódicos componentes celtas que han hecho la marca registrada de Iron Maiden durante ya más de 20 años. Modificando el ritmo se abre paso entre solos, un pasaje pincelado a bajo y guitarras entre progresivo y con tintes de folk. Resultando una vez más en una monumental sección de solos, siempre soportados por el bajeo de Steve Harris.

The Parchment”: De nueva cuenta comenzamos con un intro a guitarras, bajo y sintetizadores a ritmo de marcha, que abruptamente transforman a un pesado riff bajo la misma rítmica y que soporta a la narrativa de Dickinson. El solo se construye sobre un gran riff que nunca para y que se hace acompañar por una buena armonía. La canción fluye retomando la marcha monumental y concluye con el canto de nuestro narrador.

“Hell On Earth”: El cierre de Senjutsu abre con una introducción tradicional que se desvanece entre una hipnótica melodía cíclica de guitarra, la cual rompe abruptamente hacia al tradicional galope. Tema rockero, sin gran novedad pero bien construido y proyectado por el trabajo vocal de Dickinson, el cual hacia la segunda parte de la canción se torna desgarrador. Esta canción es en general un cierre dinámico para el disco, finalizando en un loop envolvente, el mismo que habían usado al principio de este último capítulo y que ahora funcionó perfectamente a la gran finale.

Iron Maiden en el Palacio de los Deportes
Iron Maiden en el Palacio de los Deportes

La conclusión:

Está claro que Iron Maiden ha escrito ya mucha historia para el heavy metal y hasta para el rock en general. Así que sabiendo que eso no se puede repetir, no les queda más que refrendar con entregas como esta, su permanencia como una de las máximas autoridades metaleras en vigencia. Seguramente Senjutsu (en su entorno y por las posibilidades de la banda), será un trabajo referente en el historial de la banda, tanto por lo que contiene, como por lo que conlleva.

Debido a la pandemia Iron Maiden dejó pendientes más de veinte presentaciones, aún bajo la producción de la gira Legacy Of The Beast, así que no hay certeza de cuándo llevarán este trabajo a los escenarios. Así que mientras tanto sus seguidores ya tienen una buena cantidad de material para ir salivando.

Melómano, cinéfilo y fotógrafo. Agente provocador, buena y mala influencia. Black Sabbath es mi religión.

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