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Pólvora Live

A Place To Bury Strangers, todo lo que debe ser un concierto de rock

A Place To Bury Strangers regresó a la CDMX para presentar su nuevo disco, See Through You. Acá te contamos que tal estuvo.

Mario Valencia

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A Place To Bury Strangers en el Circo Volador.

Inefable es una palabra muy bella, quizá mi favorita de toda la lengua española. Es todo aquello que no puede ser descrito con palabras, experiencias únicas que el espectador debe vivir por cuenta propia. Esto refiere a la perfección lo que es vivir un concierto de A Place To Bury Strangers, la banda neoyorquina que toma muy en serio la idea de catarsis en el escenario. Verlos arriba en el escenario o deambular entre nosotros, transmite un desborde de varias emociones que toma minutos asimilar.

Llegué al Circo Volador casi a las 8 pm, listo para la primera banda. Desde la salida en metro La Viga, se veía muy poca gente y al entrar, ni se diga, una tristísima postal. Tal vez fue porque era jueves o quizá, más pesimista, la apatía de no buscar una conexión con los teloneros. Como fuera el caso, Mengers subió al escenario para entregarlo todo. Con su jersey, el vocalista danzaba por el escenario, oculto entre una densa capa de humo. Las guitarras fueron estridentes y la actitud, a pesar del poco aforo, estuvo en lo más alto.

Vaya sorpresa que me llevé después con Dendrons, banda estadounidense que compartía cartel con A Place to Bury Strangers. Al igual que los principales, lo suyo va más de la mano al noise rock más clásico con una buena base ochentera. Acá el frontman era una locura absoluta, parecía que las tres bandas se habían puesto de acuerdo en cuanto a los niveles de intensidad que manejarían. Pero a diferencia del otro par, ellos se apoyan mucho en armonías por teclado. Llevan varios sencillos nuevos a lo largo del año que anticipan una segunda producción. Escuchen “Double Ending”, les gustará.

Al final del evento, Dendrons estaba en su mesa de mercancía tomándose fotos con todos los que pasaban. “Yo quiero una foto con ellos, que tal que se hacen famosos después”, decía una chica a su novio. Amo esa mentalidad, en realidad. Una buena inversión de estatus a futuro.

Dendrons en el Circo Volador
Dendrons en el Circo Volador. Foto: Mario Valencia/Pólvora.

A Place To Bury Strangers, el perfecto recital de rock

No sabía que esperar con la nueva alineación de A Place To Bury Strangers. Mi primer acercamiento con ellos fue hace 10 años mientras abrían un show de Deftones y su estilo, no fue tan bien recibido por algunos fans que esperaban riffs numetaleros. Pero ahora con un show solo para ellos, con el lobby del Circo a su merced, la entrega fue absoluta.

Oliver es la encarnación del desenfreno, de todo el espíritu que representa el rock and roll. Desde el primer segundo, surgió desde la espesa oscuridad para hacer malabares con la guitarra, lanzarla sin atraparla. ¡Qué se destruya todo en el suelo! Y luego los trozos, que sean recibidos por los fans, que tengan la bendición de A Place to Bury Strangers.

Entre el “We’ve Come So Far” y “Missing You”, la música se tornó en caos y los asistentes bailaban, miraban y grababan fascinados con que saldrían ahora.

A Place To Bury Strangers en el Circo Volador.
Nada de cuidar al instrumento más que a la vida, acá se le da todo el uso rudo posible. Foto: Mario Valencia/Pólvora.

Definitivamente, nadie esperaba que de la nada, los tres ya se encontraban abajo, entre el público. Sandra Fedowitz, la baterista, tomó la batuta para lo que seguiría. La banda era abrazada, aclamada y su trabajo de lo más inmersivo- Dos canciones rodeados del calor de sus fanáticos bastaron para que regresaran, entre alabanzas. Oliver saludaba a todos con una sonrisa a quienes se acercaban a su paso.

De vuelta en la tarima, el cantante tomó un pequeño LED con el que empezó a jugar. Jalaba el cable de aquí para allá y cuando llegó el momento preciso, lo dejó en la cara de Sandra, cual si fuese una tortura, mientras ella seguía tocando a toda velocidad escondida detrás de su ancho bombo Pearl.

Pronto, Oliver le robó la tarola y el tom de piso para ponerlos hasta el frente y que ella siguiera en lo suyo. Junto a la baterista de Sextile, ella es la mejor pegacueros que haya visto en años.

Así de repentino, una hora después del excéntrico show donde las guitarras volaron, el trío dijo adiós sin decir nada. La música habló por ellos y la huella que dejaron, retumbará en nuestros recuerdos. Son unos grandes.

A Place To Bury Strangers en el Circo Volador.
A Place To Bury Strangers en el Circo Volador. Foto: Mario Valencia/Pólvora.

Fotógrafo y reportero desde 2015, programador del Festival Macabro, profesor de Historia del cine en la FES Acatlán y coordinador de materiales en Filmin Latino.

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