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Crítica de Un Vecino Gruñón, la esperanza detrás del enojo

Un Vecino Gruñón nos deja un mensaje de esperanza y renovación que podrá ser un tanto cursi pero que siempre es bienvenido.

AJ Navarro

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Tom Hanks saca su lado malhumorado en Un Vecino Gruñon. Foto: Sony Pictures

Si existe un actor en Hollywood que es casi infalible en los proyectos en los que participa, ese sin duda es Tom Hanks. A pesar del tropezón que se dio este año con cierto live action bastante malo de Disney, el ganador de dos Premios de la Academia retoma su buena racha con Un Vecino Gruñon, interesante remake de la cinta sueca A Man Called Ove (Holm, 2015) donde recordamos que a veces es bueno darle un nuevo chance a la vida, a pesar de que seas un vecino gruñón.

Un Vecino Gruñón y el rol amablemente irritante de Hanks

En esta adaptación de la novela escrita por Fredrik Backman, el realizador Marc Forster traslada el relato al contexto estadounidense, donde Otto (Hanks) es presentado como un amargado ser humano que busca terminar con su vida. Pero es en este pequeño suburbio amenazado por la presencia de una inmobiliaria que el gruñón habitante encontrará esperanza entre sus viejos (y nuevos) conocidos.

Ver a Tom Hanks en plan amargado es parte del encanto de este remake que, a diferencia de otros recientes (Coda: Señales del Corazón, 2021) tiene el alma bien puesta, especialmente por los personajes que rodean a Otto y su constante desdén por la vida, creando una comedia dramática que conlleva algunas secuencias de ternura muy emotivas hasta algunos momentos dolorosos efectivos que resultan desgarradores.

Hanks le da vida a este personaje que parece la antítesis de su papel como Fred Rogers en Un Buen Día en el Vecindario (Heller, 2019), mostrando un constante ceño fruncido que no cambia durante todo el filme y forma parte de esta personalidad que a veces remite a una versión madura de Forrest Gump a la cual no le ha ido nada bien en la vida.

Pero es la contraparte la que logra ese balance perfecto y provoca las reflexiones interesantes que vienen desde la obra original. Si bien está el joven transexual que reparte los periódicos o una pareja de viejos amigos con los que tuvo una diferencia irreconciliable tan ilógica como hilarante, es la nueva vecina, Marisol (Mariana Treviño), la que le abrirá a Otto la perspectiva de una vida que debe continuar a pesar de las pérdidas.

Tom Hanks se convierte en algo que pocas veces vemos: un amargado. Foto: Sony Pictures
Tom Hanks tendrá que aprender a darle una segunda oportunidad a la vida en Un Vecino Gruñon. Foto: Sony Pictures

Cuando el corazón te crece unas tallas: la historia del Vecino Gruñón

Una de las virtudes de esta adaptación de Un Vecino Gruñon es el gran guion de David Magee, quien poco a poco se está volviendo un especialista en tomar el material de una novela para trasladarlo a la pantalla grande. Para muestra, basta ver su trabajo con otras cintas como “Lady Chatterley’s Lover” y “The School for Good and Evil”, pudiendo actualizar en ellas algunos de los temas principales y darles un sentido de actualidad.

En esta ocasión, Magee logra que Otto se convierta en una especie de Grinch, logrando que detrás de esa capa dura y hermética, se perciban esos tintes de sensibilidad donde, aunque la vida se sigue atravesando en su camino hacia la muerte, no deja de preocuparse por aquellos que le rodean. Parte del relato es ver cómo su postura de viejo amargado a lo Clint Eastwood en Gran Torino (2009) se resquebraja para ir enseñando ese dulce corazón detrás de los gruñidos.

Asimismo, el viejo enojón se convierte en un maestro de vida, pero también en alguien que aprende de ella, especialmente a dejar ir. El dolor más grande que enfrenta Otto es creer que la vida no vale nada. Sin embargo, cada pequeña cosa que hace, le ofrece una lección confrontadora con su ser, forjando lazos extrañamente familiares que lo van sacando de ese duelo que no ha superado del todo.

Uno de los tantos acompañantes de Otto es este gato abandonado. Foto: Sony Pictures
Uno de los tantos acompañantes de Otto es este gato abandonado. Foto: Sony Pictures

Esperanza y renovación: reflexiones de Un Vecino Gruñón

Aunque la cinta de Forster no juega tanto con lo flashbacks del pasado como la obra original y el comentario acerca de la migración aquí no está tan presente, el relato resulta una aventura tanto humana como agradable. Ese aire tan relajado, hace que esta nueva adaptación hable con plena sinceridad al espectador, creando una tierna empatía generada por Otto y esa segunda oportunidad que le da a la vida.

Este paquete no viene solo, pues también destaca la música del compositor Thomas Newman, quien sabe darle un toque especial no sólo al aparente mal humor de Otto, sino a las secuencias cómicas y emotivas del filme. Además, el diseño de producción que ambienta el relato en la cara fría de Estados Unidos, ayuda a compartir esa sensación de comunidad muy confortable.

La química entre Hanks y Treviño es esencial en Un Vecino Gruñon. Foto: Sony Pictures
La química entre Hanks y Treviño es una parte clave para el relato de Un Vecino Gruñón. Foto: Sony Pictures

Y es que, en tiempos como estos donde la nostalgia y la soledad suele abatirnos, no hay mejor opción que una historia que nos haga sentir parte de la misma. Es ese sentido de humanidad y de darle una oportunidad a la vida para enriquecernos mutuamente lo que Un Vecino Gruñón nos deja. Un bello mensaje de esperanza y renovación que podrá ser un tanto cursi pero que siempre es bienvenido.

Comunicólogo, amante del cine, la música y todo lo que sea cultura. Forjando una carrera en el medio desde 2018 a la fecha. Colaborador en varios espacios, consciente de que un gran poder conlleva una gran responsabilidad.

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