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Desaparecer por completo: la excelente película de terror que mezcla la brujería con la nota roja

Desaparecer por completo de Luis Javier Henaine es una excelente película mexicana de terror que mezcla la brujería y la nota roja.

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Desaparecer por Completo


Desaparecer por completo
4.5 Reviewer
Calificación

Dada la ausencia de buenas propuestas que hagan que valga la pena ir al cine y pagar casi dos días de salario, hace cada vez más difícil la elección de una cinta que además de entretenernos y hacernos olvidar los sinsabores de la vida cotidiana, nos ofrezca algo más y si hablamos de terror es casi imposible pues o abusan de los clichés o de plano se refritean un éxito viejo.

Desaparecer por completo de Luis Javier Henaine es una excelente propuesta que demuestra que cuando se quiere hacer bien algo bien hecho y de fina hechura, no se necesitan presupuestos millonarios. Tomando como premisas elementos muy arraigados en la cultura popular mexicana: la nota roja y la brujería en las altas esferas del poder político. Ya autores como José Gil Olmos en su libro de 2008, “Los brujos del poder”, han abordado ese tema con profundidad y detalle.

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Desaparecer por completo de Luis Javier Henaine conjunta la nota roja y la brujería / Foto: Cortesía

Vaya forma de empezar una película, una cita de Susan Sontag y una foto del decano de la fotografía de nota roja en México: el Maestro Enrique Metinides, preludio de que lo mejor aún está por venir.

“La fotografía convierte al mundo entero en un cementerio. El fotógrafo lo sepa o no, es el ángel de la muerte”.

Susan Sonta

¿De qué trata Desaparecer por completo?

En esta cinta se aborda la historia de Santiago (interpretado por Harold Torres), un escéptico e insensible fotógrafo de nota roja que trabaja para un diario sensacionalista de poca monta. Todo pinta para que sea una noche tranquila en compañía de su pareja Marcela (Tete Espinoza) sin embargo, una llamada de uno de sus contactos en la policía capitalina, Catoche (Fermín Martínez) le avisa que hay una primicia difícil de resistir, pues encontraron asesinado a un senador de la república en su mansión del centro de Tlalpan.

Su ambición lo lleva a desobedecer a las autoridades e irrumpir sin ningún tipo de precaución en la escena del crimen para descubrir que el ataque senador tiene tintes extraños y se burla del temor (respeto) de los policías hacia lo que vieron, una vez fuera de la mansión, no se percata que fue seguido por alguien y de un golpe lo deja inconsciente en la oscura calle, cuando despierta descubre que le faltan su equipo fotográfico y su cartera.

Y aquí es donde empieza lo bueno, con una narrativa como la de Seven, luego de esa noche Santiago empieza a experimentar la inexplicable perdida de sus sentidos de manera gradual. Con gran maestría Henaine utiliza los recursos audio visuales a su alcance para transmitir la pérdida de cada uno en el espectador (gusto y tacto), en un paralelismo con los días de la semana, uno por cada sentido perdido.

El escepticismo y arrogancia de Santiago hacen que se dé cuenta de manera tardía que la perdida de sus sentidos no tienen una explicación médica o fisiológica sino sobrenatural. Una noche el comportamiento extraño de su perro de nombre “Zombi”, hace que descubra en su cocina un fetiche de brujería (un sapo con la boca y los ojos cosidos con estambre rojo); aun escéptico, toma el objeto y se lo muestra a uno de sus amigos policías que de inmediato le recomienda a su bruja de cabecera Leonor Romero (Norma Reyna) para que lo ayude, sin embargo no será suficiente con una limpia.

Una carrera contra reloj que lo lleva a recorrer las calles de la Ciudad de México, una excelente fotografía (no se esperaba menos), desde el metro chabacano, hasta el mercado de Sonora pasando por Tláhuac y la San Rafael. Una pista lleva a la otra y al revisar las fotos que tomó en la mansión del senador aquella noche del robo de sus pertenencias, descubre que hay otro sombrío personaje de la política involucrado. No solo eso, sino que además es uno cuyo vertiginoso ascenso en su carrera está estrechamente vinculado a la práctica de la brujería para deshacerse de sus opositores o cualquiera que le estorbe para alcanzar sus siniestros objetivos.

¿Podrá Santiago revertir el daño o ya es demasiado tarde?, de ser así ¿cuál es el precio?, será que después de todo ¿tendrá que pagar por su irreverencia a los muertos? Descúbranlo en esta excelente cinta, que los mantendrá al borde de la butaca hasta descubrir porqué a veces aunque no se crea en algo es mejor tenerle respeto, empezando por la muerte y aquellos que se lleva.

desaparecer por completo escena
En esta cinta se aborda la historia de Santiago interpretado por Harold Torres / Foto: Cortesía

Como señala Susan Sontag: “Las fotografías son un modo de apresar una realidad que se considera recalcitrante e inaccesible, de imponerle que se detenga. O bien amplían una realidad que se percibe reducida, vaciada, perecedera, remota”.

Y si esto no fuera suficiente, nos ofrece uno de los mejores finales de los últimos tiempos, uno donde termina de cerrar el círculo perfecto, entre nombre de la película, tema central y final, porque a veces la vida se pone tan mal que como lo dijo Tom Yorke alguna vez, allá a inicios de los 2 mil, nos hace sentir como si no estuviéramos aquí y desearíamos que eso que nos agobia no estuviera pasando, es decir como si quisiéramos desaparecer por completo.

Desaparecer por completo es un homenaje audio visual al trabajo de los fotógrafos de nota roja, cuyo trabajo a veces poco valorado, pareciera banalizar la muerte al convertirla en una mercancía más, pero no siempre es así. Estamos ante una película que definitivamente no pueden dejar pasar, por lo general nos quejamos que el cine mexicano no tiene mucho que ofrecer sin embargo proyectos como este o la película Un Actor Malo, nos devuelven la fe que vale la pena apoyar al talento local. Si les gustó, compartan, si no cometen.

Sibarita, irónico e irreverente, Comunicólogo de profesión, texto-servidor por accidente. Converso al “Indie” desde el 2009 después de vivir una experiencia místico-digital. Audiofilo de closet. Lector compulsivo de libros; amante del rock, el jazz, el cine, los cómics y la ópera. Otaku retirado y Japonfílico rehabilitado. Su alter-ego “starcat” a veces piensa por él.

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