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Pólvora Live

Festival Transgresivo: un proyecto que debería perdurar

Desde España, un puñado de bandas llegaron a México para dejarse el alma en el escenario

Gustavo Azem Martínez

Publicado

el

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Este fin de semana se vivió una furiosa reunión de bandas españolas en la Ciudad de México que vinieron dispuestas a dejarse la piel en el escenario a ritmo de rock n’ roll, y a entregar un mensaje transgresor a todos los supervivientes de la pandemia por COVID-19.

Desde entonces que no se veía por acá una idea tan genial. Juntar un montón de bandas con un objetivo único que va más allá de la misma música y plantea dejar en la gente algo que pensar, algo que compartir física, emocional, social y políticamente, es de agradecerse.

Lamentablemente se sintió en varios sectores del público muy poco entusiasmo. Desde la baja venta de boletos y hasta la forma en qué únicamente se llenó con las bandas principales, o más grandes del cartel, fue poco reconfortante. Hasta escuché varios insultos hacia las bandas en el medio de los conciertos, derivados de quejas por “lo caro que pagaron los boletos y ni tocaron su canción favorita“, además de muy poco baile, solo un grupito slamero y nula colaboración con las dinámicas de los vocales. En fin.

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Un acierto fue, sin duda, fueron todos aquellos fiesteros que disfrutaron como si fuese el último día de la existencia, y todos los papás/mamás que llevaron a sus niñas y niños lejos de todo prejuicio, simplemente a escuchar un poco de rock y de mensajes sin pelos en la lengua.

Las instalaciones de primer nivel. Baños limpios y disponibles en todo momento, buena merca de consumo, comida, bebida y maravillosos ICEE. Un buen sonido que si al principio mostró unos errores, los corrigieron de inmediato para que el resto del concierto fuera un bombazo. El experimento fue revolucionario y sin duda debería repetirse, quizás volverse en una tradición dentro de una ciudad donde los festivales de ska/punk se hacen cada vez menos.

Dieciséis Cuerdas / Smoking Souls

Lamentablemente las primeras dos bandas no tuvieron mucha justicia. Poca gente llegó temprano al evento, y la pista, no conforme con verse vacía, tuvo poca disposición para danza, animarse al pogo, aplaudir un poco.

Pese a ello, Dieciséis Cuerdas no se intimidó ni se achicó. Los cuatro miembros de la banda salieron a escena y aventaron un rock n roll duro que ya nos advertía lo que tendríamos alrededor de la jornada: música para emocionarse, ponerse violento, sobre todo para reflexionar y sacar del cuerpo todas las frustraciones, todo el estrés, todo el mal rollo que agarramos en la casa, en el taller o en la oficina.

El concierto fue emocionante. Descubrir bandas nuevas y que tengan la calidad de éstos, siempre es gratificante. Las canciones fueron ejecutadas con suma precisión, con potencia en la consola, con ánimo transgresor, claro, pero más que nada con corazón, y entusiasmo de estar en México por vez primera. Se notó a kilómetros.

Le siguió un cuarteto que conectó con el público inmediatamente. El show de los Smoking Souls es mucho más que música, que interpretación y letras. Su comunicación principal es el catalán, y aunque hablan español de manera perfecta, el intercambio de ideas dentro de las canciones no quedaba del todo claro.

Poco importó. Lo que hicieron fue impresionar a través de un estilo único escuchado en la velada. Rock duro, de buenos riffs, solos, un incesante bajeo que taladró cerebros y obviamente una batería explosiva, violenta, de gran rabia. De qué hablaban, pocos lo supimos en entonces, pero lo que buscaban expresar quedó completamente claro entre gritos desgarradores, mucho baile, movimientos de locura, brindis y revolcadera. Únicos.

Rat-zinger

Por dónde empezar. Rat-Zinger fue sin duda la sorpresa de la noche. Luego de 13 años de trayectoria en el viejo continente, vinieron a México por primera vez en su historia para reventar al público, el escenario, las bocinas, el momento.

Y en el público había decenas de fanáticos que se morían por escuchar su música. En más de 8 horas de Festival, fueron quienes provocaron los slams más prolongados y violentos, los aplausos más fuertes, los gritos más emocionantes, los bailes más sabrosos y la lucha más soberbia.

Sus durísimos mensajes de la policía, la política, la iglesia, la explotación, y en general de todo lo que está mal en el mundo calaron bien hondo en nuestros corazoncitos, espíritus y almas.

Todo, claro, acompañado de un hardcore punk, y de un punk vieja escuela de mover la mata pesado, aplicar puntapiés con botas de casquillo y fumar marihuana a escondidas tocado con mucha destreza, agilidad y brutalidad para el deleite de los locotes que ya traíamos ganas de un destrés bueno bueno bueno. Que se repita !!!!

The Locos

Pipi es una garantía de diversión. Apenas salga al escenario, todos entregan su alma al baile, al chiste, a los chingadazos y a las letras que reflejan la realidad que probablemente vivimos el 90 por ciento de los ahí metidos, pero desde hace más de 10 años.

Lo mismo le lanza mensajes al obrero que al oficinista, al líder social, al revolucionario, al luchador de las causas justas, o le dice sus verdades a patrones, políticos, explotadores, privilegiados, etcétera. Cómo no lo vamos a cantar a todo pulmón si todos en algún momento hemos pensado: “Con este abuso laboral, sangre y sudor hasta reventar…”

La banda que lo acompañó en esta ocasión fue certera. Tocaron bien, y tocaron bonito. Si hubo algún error ni se notó. Además, emocionados, metidos en el show, interactuando con la gente, luciéndose detrás del escenario y no solamente dejando el protagonismo en los hombros de Pipi.

Boikot

La gente los esperaba. Ellos esperaban a la gente. El amor fue recíproco y se sintió desde el primer momento. La gente disfrutó el recorrido que hicieron por sus temas clásicos, pero también cantó a todo pulmón las más recientes canciones de su repertorio.

La ejecución fue puntual. Guitarras duras, un bajo exacto, una batería rápida, pero con mucho más técnica e inteligencia que rudeza. Un lúcido acordeón que le da el toque mágico al estilo único de Boikot, y una trompeta con un estilo que a kilómetros se aprecia influenciado por muchísimos géneros, países y culturas.

El mensaje de Boikot se percibe muy honesto. De las pocas bandas que todavía se preocupan por los mensajes de transgresión, protesta y homenaje a las grandes mentes históricas que han hecho o por lo menos intentado hacer del mundo un mejor lugar para todas, todos y todas los que habitamos en él.

Una presentación que podría estar, sin duda, entre los mejores del año.

Periodista musical egresado de la UNAM; ahora editor SEO, reportero y fotógrafo de esta H. revista digital, con más de siete años en el mundo de las notas, reseñas y opiniones de la industria musical. Interesado cien por cien en la búsqueda de nuevos sonidos, tendencias y datos históricos.

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