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Crítica de Carmen, reimaginando un clásico con baile y música

Cuando una obra clásica se encuentra con una visión contemporánea, se crea una mágica visión entre el baile, la música y la imagen. Esto es Carmen.

AJ Navarro

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Carmen
3.5 Reviewer
Calificación

Si existe una obra que ha trascendido muchas épocas y ha sido interpretada de formas diversas, esa es Carmen, una historia de amor adaptada primeramente a la famosa ópera de Bizet. Pero ahora, gracias a la mirada de Benjamin Millipied, entramos a un relato contemporáneo de amor, migración, baile y música que ofrece una experiencia singular, reimaginando por completo la obra original con un par de talentosos jóvenes al mando

De qué trata Carmen

Carmen (Melissa Barrera) es una mujer ferozmente independiente que se ve obligada a huir de su hogar en el desierto mexicano tras el brutal asesinato de su madre. Después de sobrevivir a un cruento cruce fronterizo ilegal hacia los EE. UU., es confrontada por un guardia fronterizo voluntario sin ley y su compañero Aidan (Paul Mescal), un infante de marina con trastorno de estrés postraumático.

Después de un enfrentamiento mortal, Carmen y Aidan se ven obligados a escapar juntos hacia Los Ángeles en busca de la mejor amiga de la madre de Carmen, Masilda (Rossy de Palma), encontrando consuelo mutuo en una historia de amor inquebrantable en la que el tiempo juega en su contra, pues la persecución policial se acerca y todo buen romance no está exento de la tragedia.

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Paul Mescal sigue demostrando sus adeptos en esta tragedia musical. Foto: Cine Caníbal.

Es de aplaudirse que Milllipied haya tomado la decisión de salir de los temas comunes para crear esta Carmen. Aquí, el coreógrafo convertido en director sabe utilizar los recursos conocidos para crear un universo lleno de simbolismos interesantes que remiten a ciertos factores de la obra original pero con una estampa de actualidad impactante.

Una de las grandes virtudes que tiene esta versión de la tragedia es el gran score hecho por Nicholas Britell, compositor de la serie Succession. A través de conversaciones con su director acerca de lo que buscaban, entre ambos se percibe una colaboración por demás interesante que suma al imaginario visual del filme. A través de una riqueza que mezcla coros operáticos, sonidos gitanos e incluso hip hop y sintetizadores que hacen único al sonido que acompaña la tragedia.

Asimismo, este musical no deriva en los excesos de contar todo a través de los números en sí. Si bien podemos ver a Mescal bailando y tocando la guitarra o a Melissa teniendo un gran número de baile, la historia fluye por sí misma creando un ambiente de sueño detrás de la capa de realidad que ambos enfrentan. Aquí si encontramos una relación con la Carmen original, pues los protagonistas son, de alguna manera, unos parias de la sociedad que encuentran en ellos cierto refugio de sus propios demonios e incluso, de la muerte misma.

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La mexicana Melissa Barrera se mete en la piel de esta Carmen contemporánea y lo hace muy bien. Foto: Cine Caníbal.

Ese toque social discreto pero presente sale a flote con la gran química que hay en pantalla entre Mescal y Barrera. A pesar de las dificultades que la cinta pasó por la pandemia, Melissa se mantuvo firme y jamás abandonó el proyecto, demostrando el compromiso por llevar a la vida a su personaje que no solo luce en el baile sino también en el canto. Curiosamente, Paul llegó mucho más tarde al filme, pero cuya intensidad y masculinidad se siente a través del dolor que guarda su soldado que encuentra cierta redención al encontrar en su contraparte romántica las dos caras que siempre buscó: amor y muerte.

Aplausos también a Rossy de Palma, que prácticamente se interpreta a sí misma en la cinta. Ella captura, a través de un diseño de vestuario que tiene elementos teatrales destacados, lo que es ser una verdadera gitana, resonando por ahí nuevamente el material original que sirve como inspiración para esta reinvención de Millipied. Aunque ella y Elsa Pataky quedan relegadas y sus números no son tan atractivos como otros, se agradece su presencia al lado de estos jovenes protagonistas.

Como toda primer experiencia detrás de cámaras, Millipied también tiene ciertos detalles positivos y negativos. Algo por demás interesante es cómo la cámara sigue de cerca a los actores en las secuencias de baile para darles más realismo e incluso un toque de ilusión a través de las tomas . Sin embargo, en algunos números y en el ritmo de la cinta, la edición no resulta tan efectiva teniendo por ahí unos detalles que de repente rompen con el drama y la atmósfera creada a través de la música y el baile mismo que rodea el drama.

Así, la ópera prima del director resalta por la capacidad de crear una experiencia interesante a través de la combinación entre el drama , la música y el baile, creando una especie de performance con ciertas reminiscencias en el tono a The Cotton Club de Coppola, generando una narrativa cinematográfica de ensueño que se aleja del típico formato musical donde cada uno canta sus sentimientos y no se guarda nada. No, esta no es la típica adaptación de Carmen, pero si es un desafío que, entre sangre, arena y pasos de baile, evoca la misma intensidad y pasión condenada que la obra original.

Comunicólogo, amante del cine, la música y todo lo que sea cultura. Forjando una carrera en el medio desde 2018 a la fecha. Colaborador en varios espacios, consciente de que un gran poder conlleva una gran responsabilidad.

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