Zona de Interés: un visceral retrato de frivolidad y guerra

Es complicado llevar una relación sana con el cine de Jonathan Glazer cuando sus pretensiones son tan notorias. Aunque, siendo sincero, tal vez la falta de experiencia al ver Birth y Under the Skin (que jamás dejaré de ver como una versión artsy de Especies) siendo tan joven demeritaron la lectura. Dilema que en primera instancia, no ocurre con Zona de Interés, drama ambientado en la Segunda Guerra Mundial inspirado en la novela de Martin Amis.

Nominada a cinco Oscar incluido a mejor película y mejor película extranjera, de entre las nominadas es la más propositiva en su narrativa nada convencional pues su valor recae absolutamente en la pureza de los elementos cinematográficos, en especial el diseño sonoro, categoría en la que también lleva una mención, por cierto.

Ocultando la muerte bajo las flores: De qué va Zona de Interés

Rudolf Höss es el comandante del campo de concentración de Auschwitz que, para su comodidad, cuenta con bella residencia a un costado del lugar. Los días de su familia transcurre en un coloquial “tapar el sol con un dedo” pues mientras a su lado se cometen los crímenes de guerra más atroces, para ellos es fácil llevar una vida tranquila, preocupados solo por fiestas y tener un jardín perfecto.

Mientras que otro tipo de producciones, sobre todo aquellas de altísimo presupuesto hollywoodense, van directo a la recreación histórica llena de acción o a lacrimógenos discursos morales, Zona de Interés es un brillante trabajo de sutileza y sin mostrar este enorme morbo que genera el sufrimiento ajeno, es muy violenta, una mirada fría del otro lado protagonista de la SGM.

Aunque en apariencia la historia no avanza nunca y realmente no tiene una dirección concreta, el encanto reside en no tratar de contar la historia de la familia Höss, sino en toda la maldad a su alrededor, un contexto del que forman parte y parece que toman a la ligera. Hablar del diseño de una cámara de gas se vuelve cotidiano mientras que los gritos, las lamentaciones y balazos, jamás ceden en el campo de concentración. Lo mismo da abusar sexualmente de una prisionera pero ah, cuidado con arrojar cadáveres al río porque arruinas . Las flores de su jardín podrán ser hermosas y la alberca será divertida pero nunca opacan el horror.

La secuencia que mejor ejemplifica este desdén que nosotros vemos es cuando llega de visita la suegra de Rudolf. Aunque al principio luce emocionada por lo hermoso de la propiedad, ella siente la incomodidad de tener la nube de muerte a su lado y se va de ahí, sin siquiera decir adiós a su hija. El asco es evidente y para el espectador se vuelve un juego con los sentidos pues la película, exige de tu imaginación para sugestionarte y entender lo que atraviesan. Tú eres parte ahora de esa casa, de una rutina alimentada por la crueldad pero tú no puedes ignorar el rastro de muerte. Maravilloso.

Quien pronto toma ese protagonismo es el caos sonoro. Similar a La llorona de Jayro Bustamante, todo el tiempo ataca sin cesar a la familia. La esposa de Rudolf, Hedwig, es la obsesiva que sin importar ver las nubes de humo en el cielo, mantiene la apariencia de una vida perfecta. Y cuando llega el final y todo es silencio, la elipsis ahí mostrada lleva a la mente a divagar en las miles de historias que ahí ocurrieron.

Aplaudirle todo también sería necio. Francamente hay ciertos elementos que quedan al aire que bien pudieron profundizar mejor y sí, más lucen como ideas inconclusas, como el caso de una de las hijas de Rudolf que es sonámbula o una chica misteriosa que ocultaba comida en la nieve. En definitiva le habría apoyado mucho a alimentar otros temas o a darle otro simbolismo. Tal vez una segunda vista ayude aunque la primera impresión, siempre es la importante.

Conclusión

A pesar de un inicio un tanto lento, Zona de Interés es una reflexión dura que muchos no estarán listos a afrontar. Glazer fue lo suficiente inteligente de esclarecer que nunca se empatizará con la causa nazi, pero si con el sufrimiento quienes estuvieron ahí, a pesar de que la visión corra por su protagonismo.

Eso sí… Odio decirlo pero no es una película para todos. El 90% del público verá los primeros 10 minutos, no entenderá que diablos está pasando y se aburrirá. Pero si tú que lees esto eres de los que gusta analizar detenidamente cada escena y cedes ante la introspección de esta gran anécdota, te encontrarás con una película excitante, llena de interpretaciones.